Escoge
amigos que beneficien tu alma, amigos que realmente puedas respetar, amigos que
quisieras tener junto a ti en tu lecho de muerte, amigos que viven la Biblia y
no tienen miedo de hablar de ella contigo, amigos de los cuales no te
avergonzarás cuando venga Cristo, y llegue el Día del Juicio.
Nunca te hagas muy amigo de alguien que no es amigo de Dios.
Entiéndeme, no estoy hablando de conocidos. No
estoy diciendo que no debes tener nada que ver con alguien que no es un
verdadero cristiano. Tomar tal postura no es posible ni deseable en este mundo.
Ser cristiano no requiere que nadie sea descortés.
Pero sí te aconsejo que tengas mucho cuidado cómo
escoges tus amigos. No brindes tu amistad a alguien sólo porque es inteligente,
agradable, de buena casta, popular y bondadoso. Todas estas cosas serán muy
buenas, pero no lo es todo. Nunca te satisfagas con la
amistad de alguien que no es útil a tu alma.
Créeme, no subestimes la importancia de este consejo.
Es imposible decir los daños causados por andar con compañeros y amigos
inconversos. El diablo tiene pocas cosas mejores que esto para arruinar el alma
del hombre.
Dale esta ayuda, y le importará muy poco qué otra
armadura tienes para protegerte contra él. Satanás sabe muy bien que tu buena
educación, tu buena moralidad, los sermones, los libros, tu hogar cristiano,
las cartas de tus padres, de poco te valdrán si te juntas con amigos
inconversos.
Puede que resistas muchas tentaciones directas,
que no caigas en trampas comunes, pero empieza a andar con malas compañías, y
con esto, él quedará satisfecho. 2 Samuel 13 contiene la horrible y malvada
conducta del príncipe Amnón con Tamar, y encontramos al principio del relato
estas palabras: “Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab… hombre muy
astuto” (2 Samuel 13:3).
Recuerda que todos somos criaturas que imitamos: el precepto podrá
enseñarnos, pero es el ejemplo lo que seguimos. Esto se aplica a todos nosotros. Siempre estamos
dispuestos a adoptar los modos o las costumbres de aquellos con quienes
vivimos, y cuanto más los queremos, más dispuestos estamos. Sin que nos demos
cuenta, influyen sobre nuestros gustos y opiniones.
Gradualmente abandonamos lo que a ellos no les
gusta y adoptamos lo que a ellos les gusta, para quedar bien con ellos. Y lo
peor de todo es que adoptamos sus malas costumbres mucho más pronto que sus
costumbres buenas y sanas. La salud, desgraciadamente, no es contagiosa, pero
muchas enfermedades lo son. Es mucho más fácil contagiarnos un resfrío que
contagiarle a otro felicidad. Y de la misma manera, es más fácil debilitar la fe de alguno
con nuestra actitud que hacerla crecer.
Joven, te pido que atiendas mi consejo. Antes
de dejar que alguien sea tu constante compañero, antes de que te acostumbres a
contarle todo, a recurrir a él con todos tus problemas y todas tus alegrías,
piensa en lo que he estado diciendo. Y pregúntate: “¿Será ésta una amistad
provechosa para mí o no?”
“No erréis; las malas conversaciones corrompen las
buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Quisiera que este texto estuviera
escrito en tu corazón con la misma claridad con que está escrita en la Biblia..
Los buenos amigos son una de nuestras más grande bendiciones. Pueden impedirnos
que caigamos en muchos males, impulsarnos en nuestro curso, dar un consejo en
el momento preciso, impulsarnos hacia arriba y adelante.
Pero un mal amigo es positivamente una mala
influencia, un peso que continuamente nos jala hacia abajo, y nos encadena a
este mundo. Frecuenta la compañía de alguien que no es del Señor, y lo más
probable es que terminarás como él. Esa es la consecuencia general de tales amistades.
Los buenos descienden al nivel de los malos, pero los malos no suben al nivel
de los buenos. Aun una piedra se rompe con un continuo goteo de agua. El
conocido proverbio dice la verdad: “Dime con quién andas y te
diré quién eres.”
Enfatizo mucho este punto porque tiene que ver,
más de lo que parece a primera vista, con tus perspectivas en la vida. Si te
casas, es más probable que escojas una mujer entre las conocidas por los amigos
con quienes andas. Si Jeroboam, hijo de Josafat, no hubiera entablado una
amistad con la familia de Acab, lo más seguro es que no se hubiera casado con
la hija de Acab. ¿Y quien puede estimar la importancia de escoger correctamente
nuestra pareja matrimonial? Es un paso que según un dicho antiguo: “O hace al hombre o lo
deshace.”
Tu felicidad en esta vida y la siguiente puede
depender de ello. Tu esposa ayuda a tu alma o la daña: no hay una opción
intermedia. Avivará la llama de la religión en tu corazón, o aventará agua
helada en esa llama y la apagará. Ella será alas o cadenas, las riendas o las
espuelas a tu cristiandad, según sea su carácter. Aquel que encuentra una buena
esposa “encuentra verdaderamente
cosa buena,”pero si quieres encontrar una buena, ten cuidado cómo escoges
tus amigos.
¿Me preguntas qué clase de amigos debes escoger?
Escoge amigos que beneficien tu alma, amigos que realmente puedas respetar,
amigos que quisieras tener junto a ti en tu lecho de muerte, amigos que viven
la Biblia y no tienen miedo de hablar de ella contigo, amigos de los cuales no te
avergonzarás cuando venga Cristo, y llegue el Día del Juicio.
Sigue el ejemplo que el salmista te muestra cuando
dice: “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos” (Salmo 119:63). Y recuerda las palabras de Salomón: “El que
anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado”
(Proverbios 13:20). Dalo por hecho que andar en malas compañías en tu vida
ahora es la manera segura de conseguir peores compañías en la vida venidera.
Fuente: .sigueme.net
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