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Felipe Araújo encontró su camino de regreso al propósito para el que fue creado de una manera muy inusual: por medio de una melodía cristiana. Nacido en cuna cristiana, músico y hasta líder en su congregación, decidió alejarse del propósito Divino para el que fue creado.
Asistiendo a fiestas con amigos, pasó el tiempo anhelando cada vez más el placer banal. Conoció otros ambientes; lugares de mal vivir y, fue en esos espacios, donde prueba por primera vez la droga. “El proceso fue lento. Empecé a fumar marihuana, luego LSD, éxtasis, DMT, té de hongos, lirio, usé todo”, dijo Felipe en una entrevista para Guiame.
Con el paso del tiempo, se hizo cada vez más consciente de lo que estaba haciendo e incluso se sintió orgulloso de ello. “Me golpeaba el pecho y decía: mis padres están construyendo por un lado y yo estoy reconstruyendo por el otro, promoveré el pecado dándole la contra a Dios”, dijo.
Sin embargo, fue exactamente en esta fiesta que algo inusual le sucedió a Felipe: escuchó la voz de Dios. “Hubo una hora en que, de repente, parecía que presionaron un botón y todo perdió su gracia. Entonces Dios me dijo: ‘No te creé para estar aquí. Este no es tu lugar’”, explicó Felipe.
Felipe pensó que esa sensación y el hecho de haber escuchado esa voz en una fiesta era el signo de un efecto de la droga. ¡Pero no! De un momento a otro, suena una melodía cristiana y él se empezó a preguntar: “¿Música cristiana en esta fiesta?”. No lo podía creer, algo espiritual estaba pasando.
Mi pecho quería reventar, me tiré al suelo y miré a una multitud de 15 000 jóvenes drogados, borrachos y locos. Entonces Dios me dijo: ‘¿Sí, Felipe? ¿Te gusta estar loco?’ Dios comenzó a mostrarme todo. Empecé a ver toda la falsedad, la envidia, la ira, la destrucción que había detrás de ese lugar”, testificó.
A partir de entonces, su vida había comenzado a cambiar por completo. Dios le había dado otra oportunidad, y él no pensó en desaprovecharla. Ahora, Felipe testifica a la juventud que en el mundo no hay nada bueno, que el pecado trae placer momentáneo, pero su fin es espantoso

Fuente: ImpactoEvangelistico

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