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En El Salvador, más de 1600 pandilleros de diferentes bandas escucharon la palabra y aceptaron a Cristo como su Salvador. A pesar de las diferencias que los mantenía en enemistad, testifican como Cristo los unió en armonía mientras permanecen privados de su libertad.
Estos hombres considerados como bandidos y miembros de pandillas, lucen tatuajes desde la cabeza hasta los pies. Sin embargo, Cristo transformó sus vidas y ahora se muestran adorando a Dios durante horas, en la dependencia San Francisco Gotera, en Morazán.
Daniel Méndez, ex miembro de la Banda salvatrucha, confiesa que aunque están privados de su libertad se sienten libres, porque cuando Dios abre su corazón ya no hay marcha atrás.
Los internos conocieron a Cristo gracias a la predicación de un pastor que estuvo en las mismas condiciones que ellos, con tatuajes en su rostro que simbolizaban la banda del barrio 18 a la cual pertenecía en su antigua vida. Ahora, se reúnen más de 1600 ex pandilleros, con su Biblia en mano se sientan en el suelo escuchar la palabra.
Lo más sorprendente de esta dependencia es la tranquilidad que llegó junto con la palabra de Dios y las predicaciones de los pastores. El respeto y el orden de los internos es algo extraordinario, permitió que pandillas enemigas puedan convivir en un mismo sitio sin problemas.

El pastor Nelson Moz de la iglesia Eben-Ezer, es quien los espera aquellos que terminen con su sentencia y recuperen su libertad para ofrecerle una comunidad cristiana. Nelson conoce la difícil situación que atraviesan los ex pandilleros cuando recuperan su libertad, pero ahora su esperanza está puesta en Jesús.
Fuente. joeirizarrynoticiascristianas.com   

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