En un
servicio de adoración para jóvenes creyentes, un adolescente comenzó a tocar la
guitarra para entonar los himnos y melodías de adoración. Cada uno en su propio
idioma pero todos con el mismo sentir.
“Quiero
aprender a compartir el Evangelio de la manera correcta, en el camino de Jesús.
Mi pasión es compartir a Jesús con mi grupo étnico. Sobre todo, quiero que
sepan que Jesús es el Dios de los asiáticos centrales.”, declaró Ultsana, una
adolescente que conoció a Cristo cuando un amigo le invitó a una reunión de la
iglesia.
Sin miedo a ser oídos
cantaron las alabanzas a Cristo, sabiendo que si las autoridades los
descubrían, quizá, irían a la cárcel.
Esta
generación creció en un ambiente hostil contra los cristianos, pero en algunas
partes de Asia Central los creyentes pueden vivir su fe cristiana en iglesias
registradas y supervisadas por el estado. Sin embargo, la actividad
evangelística sigue estando prohibido.
“El
pastor de mi iglesia tuvo que abandonar el país por la presión del gobierno.
Ahora no puede volver a su hogar porque pueden arrestarlo. Después de eso, tuve
miedo de decirle a los demás que era parte de la iglesia de Cristo. Callé por
un tiempo pero he vuelto y asisto a las clases de discipulado.”, expresó Malik,
un adolescente.
La
presión que muchos creyentes experimentan les hace sentir miedo, pero dentro de
la casa iglesia solo hay alegría, paz y esperanza. Los creyentes de origen
musulmán se preguntan por qué siendo tan jóvenes traicionaron su fe musulmana,
los deprecian pero saben que Jesucristo los tiene bajo su protección.
“Oremos
para que nuestra pasión por Cristo no se extinga. El llamado de Dios nos
alienta. Él nos llamó a este ministerio y tenemos que ser fieles a eso.”, dijo
entre lágrimas, Arman, uno de los adolescentes.
Fuente:
Open Doors
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