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¡Al fin! exclamó el hombre—. ¡Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Ella será llamada “mujer” porque fue tomada del hombre».” Génesis 2:23

Encontrar a la pareja ideal es posible, siendo que éste es el diseño de Dios. El de que el varón esté con su ayuda idónea (Génesis 2:18). Es por ello el anhelo de las personas de estar con alguien y compartir sus vidas. No obstante esa búsqueda de la media naranja puede ser todo menos una bendición. Siendo que las bendiciones de Dios enriquecen y no añaden tristeza con ellas. Las bendiciones de Dios traerán paz y mucho fruto, no caos y fracaso.
Al conocer a mi futura esposa, Arlene, lo entendí. Anteriormente fuera de los caminos del Señor e incluso a veces dentro de ellos, hice muy malas decisiones en la búsqueda de mi otra mitad. El motor de mi búsqueda era solamente no quedarme solo y ambiciones egoístas. No me interesaba en el plan de Dios para la vida que me había dado, y cada vez que tenía una relación sentimental  simplemente no encajaba. Eran piezas de un rompecabezas que no coincidían. Como forzar un ave a dejar de volar, o como sacar un pez del agua y pretender que caminara sobre la tierra.
Pero cuando le conocí a ella comprendí a Adán cuando le fue llevada Eva, él dijo “ésta sí es hueso de mis huesos y carnede mi carne”. Con Arlene es sencillo sobrellevar primeramente mi relación con el Señor y luego con ella. Siendo temerosa del Señor entiende que mi relación con Él es lo más importante. Con mi Amada la pasión que siento hacia mi Dios y Su pueblo se mantiene encendida, ella jamás trata de alejarme de Dios ni de lo que me apasiona: la Iglesia.  Con ella encuentro muchas razones para alabar a Dios cada día. Por todo esto estoy convencido que solamente ella es hueso de mis huesos. Creada para compartir su vida conmigo, y juntos realizar la obra que desde antes de nacer Dios encomendó a ambos.
Querido (a) hermano (a), si aún estás en busca de tu media naranja, no desesperes porque llegará justo a tiempo. Ni tarde ni temprano, sino en el mejor momento, cuando ambos puedan disfrutarse plenamente. No mal uses tu corazón tratando de encontrar a tu otra mitad en otras personas. Si una relación de noviazgo no produce en ti paz ni fruto de Dios, es mejor que la termines antes que sus corazones sean lastimados.

Cuando encuentres a la persona que tiene Dios para ti no te quedará duda. Al verle entenderás a Adán cuando dijo: Hueso de mis huesos. Tu espíritu le reconocerá, será como si tuvieran años de conocerse y estar en lo mismo. Será la pieza que le falta a tu vida para completar la obra maestra de Dios.




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