El
amor en la familia es la fuerza que la mantiene unida y la fortalece para que
tanto las relaciones de pareja como las relaciones entre padres e hijos puedan
crecer y desarrollarse plenamente. La palabra amor encierra el afecto, la
necesidad de estar cerca del otro y la aceptación incondicional del que se ama.
Cuando en una familia reina el amor entre sus miembros, ellos aprenden a
compartir, a aceptar a los demás a pesar de las diferencias, a respetarse y a
convivir armoniosamente. El afecto en nuestras vidas representa un factor muy
importante y básico para nuestro pleno desarrollo. Las expresiones de afecto
que recibimos de nuestra familia, las palabras amorosas, las caricias, los
besos y los elogios, son acciones necesarias para que niños, niñas y jóvenes
crezcan emocionalmente y puedan mantener relaciones de confianza, seguridad y
respeto con los demás. Para todas las personas el afecto es importante porque
favorece la autoestima, la seguridad en nosotros mismos y la capacidad de
relacionarnos con otros adecuadamente. Cuando en una familia se vive este
sentimiento, se favorecen dos situaciones principales: • Se enseña el amor, se
aprender a amar, a cuidar y comunicar ese sentimiento. Y de la mano de este
valor, van otros profundamente unidos, como el respeto, la honradez, la
amabilidad. • Estas muestras de amor en las familias hacen que sus miembros
desarrollen confianza y seguridad en sí mismos, desarrollen sus potencialidades
y alcancen sus objetivos en la vida.
¿Qué
se necesita para amar y enseñar a amar en nuestra familia?
• Amarse a uno mismo: Este es el punto de partida para dar amor a los demás. Si no nos amamos y respetamos a nosotros mismos, será difícil transmitir ese sentimiento a quienes están a nuestro lado.
• Amor de pareja: El amor entre los padres representa un modelo de cómo deben ser las relaciones entre los miembros de la familia. En el caso de padres que no conviven juntos, igualmente deben enseñar a los hijos a mantener relaciones respetuosas y cordiales, aunque no sean pareja.
• Conocer a la familia y compartir con ella: En las relaciones cotidianas, en las conversaciones y el compartir, es que llega a conocer realmente a quienes conforman una familia y es en estos momentos en que el afecto crece, se fortalece y se manifiesta.
• La confianza en la familia: La familia debe representar seguridad para sus miembros, entre la pareja y entre los hijos. Necesitamos saber que contamos con el apoyos de nuestros padres, que nuestra pareja cree en nosotros y que nuestra familia será nuestros soporte incondicional.
• Amarse a uno mismo: Este es el punto de partida para dar amor a los demás. Si no nos amamos y respetamos a nosotros mismos, será difícil transmitir ese sentimiento a quienes están a nuestro lado.
• Amor de pareja: El amor entre los padres representa un modelo de cómo deben ser las relaciones entre los miembros de la familia. En el caso de padres que no conviven juntos, igualmente deben enseñar a los hijos a mantener relaciones respetuosas y cordiales, aunque no sean pareja.
• Conocer a la familia y compartir con ella: En las relaciones cotidianas, en las conversaciones y el compartir, es que llega a conocer realmente a quienes conforman una familia y es en estos momentos en que el afecto crece, se fortalece y se manifiesta.
• La confianza en la familia: La familia debe representar seguridad para sus miembros, entre la pareja y entre los hijos. Necesitamos saber que contamos con el apoyos de nuestros padres, que nuestra pareja cree en nosotros y que nuestra familia será nuestros soporte incondicional.
Como padres, debemos tener claro que las relaciones afectivas, el respeto, el
cuidado y el amor entre los miembros de la familia dependen de nosotros, de
cómo las hemos enseñado y de la importancia que les demos a estos principios.
Estas son las bases para una familia unida, con relaciones sanas y con estrechos lazos que perdurarán y se mantendrán por siempre. Si les enseñamos a los hijos a ser amados, respetados y valorados, cuando crezcan buscarán relaciones en las que estos valores se vivan plenamente.
Estas son las bases para una familia unida, con relaciones sanas y con estrechos lazos que perdurarán y se mantendrán por siempre. Si les enseñamos a los hijos a ser amados, respetados y valorados, cuando crezcan buscarán relaciones en las que estos valores se vivan plenamente.
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